jueves, 4 de junio de 2009

La marchita se marchitó


Ayer, en la televisión, el hijo de Hugo del Carril (disfrazado de la sombra del padre, engominado, tanguero y peronista de una manera en que tal vez ya nadie lo sea) anunciaba su rechazo a la utilización por parte de las fórmulas oficialistas de la "Marcha peronista" en la célebre versión cantada por su padre. La decisión legal, accediendo a la prohibición, es todo un comentario acerca del valor de la interpretación en la esencia de la obra. Un valor que los derechos de autor, en cambio, aún no reconocen: los herederos de Lorenz y Hart cobran, indistintamente, por dos obras tan diferentes entre sí como "My Funny Valentine" tocada por Miles Davis y "My Funny Valentine" tocada por Chet Baker.
El episodio invierte aquel de 1952, en que el peronismo oficial –en ese entonces era el único– prohibió la Marchita de Hugo del Carril. Aquí recupero la nota escrita en su momento por Julio Nudler y publicada en Música argentina. La mirada de los críticos (Ediciones del Rojas, UBA).


MARCHITA, PERONISMO Y TANGO
Por Julio Nudler
Aunque la marchita, la célebre "Los muchachos peronistas", quedó identificada definitivamente con la voz de Hugo del Carril, en 1952 hubo un serio intento oficial de remplazar esa versión como castigo a ese artista, cuya adhesión al régimen no le ahorró disgustos con sus censores, en particular el temible Raúl Alejandro Apold, secretario de Informaciones. Todo comenzó con la muerte de Eva Perón, el 26 de julio de aquel año. Fue decretado entonces un largo duelo nacional, en cuyo transcurso quedaron suspendidos todos los espectáculos. A medida que se prolongaba, la forzada tregua fue tornándose crítica para muchos empresarios y artistas, que de pronto se veían privados de todo ingreso.
En lugar de aguardar pacientemente el retorno a la normalidad, Del Carril aceptó un contrato para actuar en el Uruguay, un país con el que la Argentina mantenía tensas relaciones en razón de un áspero enfrentamiento político. Al conocerse en Buenos Aires, la actitud del cantor provocó hondo disgusto en los círculos gubernamentales, que resolvieron sustituir su registro de "Los muchachos...", que databa de 1949 y había tenido por fin añadir fervor, si eso resultaba posible, a las celebraciones del 17 de Octubre, Día de la Lealtad. Domingo Marafiotti, con su ductilidad de director de orquesta radial, había aportado vibración marcial a aquella interpretación, a todas luces lograda.
No deja de ser curioso que la elección del reemplazante recayera en otro cantor de tango, cuando en realidad este género nunca se comprometió políticamente, si se permite expresarlo así. Es verdad que Ignacio Corsini grabó en 1928 un tango llamado "Hipólito Yrigoyen", con loas a quien ese año reasumía la presidencia, y que en 1930 Carlos Gardel llevó al surco "¡Viva la patria!", en exaltación del golpe militar de Uriburu, pero fueron hechos excepcionales e involucraron piezas que no alcanzaron repercusión. Podría añadirse algún otro ejemplo, pero la conclusión no cambiaría.
Como quiera que sea, la elección del remplazante recayó en Héctor Mauré, quien había cimentado su fama en los primeros años 40 como vocalista en la orquesta de Juan D’Arienzo. Luego prosiguió su carrera como solista, con marco orquestal o de guitarras. Alcanzó su plenitud en los iniciales años 50, y datan de 1957 las últimas grabaciones de valía que dejó, antes de decaer. Mauré grabó esa suerte de himno justicialista en diciembre de 1952, también acompañado por Marafiotti, y con la ayuda del coro de Fanny Day, muy apreciado entre el inmenso público de la radio. Se trató de un disco RCA Víctor, del que figura como responsable la Secretaría de Informaciones de Presidencia de la Nación.
Sea porque la versión de Hugo del Carril ya estaba impuesta, y para la gente indisolublemente ligada a la marchita; sea porque el cantante, actor y cineasta logró recomponer su relación con el régimen, del que fue activo propagandista (él fue uno de los actores que se hicieron cargo de Mordisquito tras la muerte de Enrique Santos Discepolo en diciembre de 1951, leyendo micros radiales que procuraban votos para la reelección de Juan Domingo Perón en 1952), lo cierto es que la versión de Mauré cayó pronto en el olvido y fue la de Del Carril la que perduró. Mauré no parece, sin embargo, haberse dado por vencido, ya que el 28 de julio de 1973, cuando de nuevo gobernaba el peronismo, grabó por segunda vez "Los muchachos...", en la ocasión acompañado por una orquesta confiada a la batuta de Roberto Montiel.
El culto a la personalidad, en adoración tanto de Perón como de Evita, y las loas al gobierno constituyeron todo un género, que contó con muchos ávidos cultores. En la inmensa colección discográfica reunida por Héctor Lorenzo Lucci figuran numerosas placas sonoras que lo atestiguan. Corresponde mencionar aquí, además, los frondosos datos aportados para estas líneas por Néstor Pinsón, y la investigación realizada sobre el origen de la marchita por Juan Ayala y un hijo suyo, publicada en La Maga el 18 de octubre de 1995.
Conocida era la cercanía de Nelly Omar con Eva, en cuyo honor grabó "La descamisada" y "Evita capitana", en las respectivas caras de un mismo disco de pasta, de 78 rpm. Lo más sorprendente es que esas letras pertenezcan a Homero Manzi, el mismo que pudo crear, por esos años, numerosos tangos de conmovedor valor poético, además de valses y milongas. Fue también el autor de "Sur" y "El último organito" quien concibió "Versos de un payador al general Perón" y "Versos de un payador a Eva Perón", grabados tanto por Hugo del Carril como por Oscar Alonso, un cantor que alcanzó excelente nivel y cuyas grabaciones de 1950 (apenas cuatro tangos) con Héctor María Artola son invalorables. Por cierto, Manzi es quien en su celebrada "Milonga del 900" (música de Sebastián Piana) había proclamado aquello de “Soy del partido de todos / y con todos me la entiendo. / Pero váyanlo sabiendo: / ¡soy hombre de Leandro Alem!”
"Canto al trabajo" (se recordará que Perón era “el primer trabajador”) fue registrado en noviembre de 1948 por Del Carril, con orquesta y coro del Teatro Colón, todos bajo la dirección de Alejandro Gutiérrez del Barrio. Es natural que la letra perteneciese a Oscar Ivanissevich, hombre del régimen, pero el detalle que de nuevo involucra a una figura clave del tango es que la música fuera de Cátulo Castillo, hijo del anarquista José González Castillo. Como compositor, pero sobre todo como letrista, Cátulo es uno de los inmortales del género. En otra faceta de su personalidad, aprontaría los versos de la "Marcha de Luz y Fuerza", motivo sindical grabado por Del Carril al dorso de "Los muchachos...", como queda dicho en 1949. Es un curioso apunte que en ese disco se consigne “Grabación particular”, como si se hubiese tratado de una iniciativa ajena al poder.
"Marcha del Plan Quinquenal", de Rodolfo Sciammarella, ubicuo creador de tangos popularísimos, responsable de "Hacelo por la vieja" y tantos otros, pero también de jingles políticos, escribió aquel tributo al segundo plan quinquenal, uno de los caballitos propagandísticos del gobierno. De nuevo es Héctor Mauré quien lo graba en 1953, asistido por el coro de Fanny Day y con dirección orquestal de Silvio Vernazza. Pero lo verdaderamente inesperado es hallar en estas lides a Héctor Pacheco, un cantor extremadamente delicado, de estilo opuesto a la virilidad cultivada por otros y que en la mitad inicial de los 50 vivió su época de esplendor en la por entonces estupenda orquesta del aristocratizante Osvaldo Fresedo. Con todo eso, Pacheco no se privó de grabar una marcha llamada "Peronista", de Sebastián Piana y Enrique Pedro Maroni, cantando al dorso "Descamisado", también de Maroni pero con letra de un tal A. Retá, en la que se exalta al coronel Perón. La labor orquestal estuvo a cargo de Alfredo Attadia, compositor de "Tres esquinas" y primer bandoneón de Angel D’Agostino.
Francisco Canaro no podía haberse privado de grabar "Los muchachos...", pero la suya es una versión coral, mientras que uno de los cantores más admirables que dio el tango, Alberto Marino, fue de la partida con "Oda peronista", canción interpretada con acompañamiento de guitarras y moldeada sobre la música de "Mis harapos". Un enconado competidor de Canaro, como fue Francisco Lomuto, creó con su hermano Blas la marcha "Cuatro de junio" en homenaje al golpe pro-Eje de 1943.
Todo un capítulo aparte merecería el controversial origen de "Los muchachos peronistas", a despecho de que en la versión de Hugo del Carril de 1949 aparecen como compositor el pianista Norberto Horacio Ramos y, como letrista, el mencionado Ivanissevich. Pero las notas elementales de la pieza pertenecerían, en su primera parte, a Juan Raimundo Streiff, quien la compuso para servir de marcha al club Barracas Juniors, de la calle Río Cuarto, y de aliento a su equipo amateur de fútbol. Un tal “Turco” Mafarri le habría adosado unos versitos en 1948, con atisbos de lo que luego se convertiría en el himno del peronismo. Ivanissevich afirma, por otro lado, que fue ese año cuando, por iniciativa suya, se efectuó la primera grabación de "Los muchachos...", anterior a la de Del Carril.
En cuanto al estribillo, provendría de una comparsa de la calle California, cuyos integrantes coreaban: “¿Pa’ qué tomás si te hace mal?, /¿ pa’ qué tomás si no sabés?...”, lo que sería suplantado por el entusiasta “Perón, Perón, ¡qué grande sos!... Mi general, ¡cuánto valés!” Pero Ramos, que en 1984 fue a Sadaic a registrar como propia la marchita, que allí figura como anónima, indica como antecedente la marcha "Los gráficos peronistas", que él habría compuesto por iniciativa de su padre, que ejercía ese oficio en Editorial Atlántida. La letra habría sido obra de Rafael Lauría.
Como broche de esta breve reseña es justo recordar que Hugo del Carril supo interceder por otros artistas que sufrían persecución durante los primeros gobiernos peronistas. Músicos de tango que militaban en el Partido Comunista pudieron alguna vez, gracias a gestiones suyas, actuar en radio. No es raro entonces que Apold le guardara poca simpatía. También habría que consignar que la implacable censura impuesta en 1943 y que asoló las letras de tango, expurgando no sólo cualquier término lunfardo (o que el censor por ignorancia creyese tal) sino también toda mención a una conducta “antisocial” (desde la embriaguez al suicidio, pasando por el adulterio o la falta de higiene), fue mantenida hasta 1949, aunque, de modo muy argentino, con rigor declinante, como si los propios censores se aburrieran de revisar tanto verso.

2 comentarios:

  1. Perdón, Diego, pero no podés entrar a mi blog a criticar a Calamaro y después poner en el tuyo, como título de una entrada, "La marchita se marchitó". Al final, resultás un epígono más del Salmón. A propósito, estoy escribiendo una marchita: "Salmón, Salmón, qué grande sos / mi Calamar, cuánto valés..."

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  2. La frase "mi Calamar cuanto valés", no se sabe bien si está tomada de la marcha de Platense o de alguna asociación de pescaderos.
    Gracias al gentil recordatorio de DF me acerqué nuevamente al blog de los discos bizarros y encontré esto, que puede contribuir a la historia de las marchas
    http://discosbizarrosargentinos.blogspot.com/2009/02/los-muchachos-taximetristas.html

    Muy bonito
    Saludos
    GB

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