domingo, 17 de octubre de 2010

Admiración












El joven Korngold y su admirador, John Williams.


Hoy, domingo, puede verse una nueva función (el martes será la última), en el Teatro Colón, del doble programa conformado por dos óperas breves estrenadas casi al mismo tiempo, Tragedia florentina de Alexander Zemlinsky (1917) y Violanta de Erich Wolfgang Korngold (1916). Ambas tratan de relaciones triangulares, las dos fijan la acción en la Italia Renacentista, y en una y otra se leen las mismas fuentes: la crisis de la tonalidad funcional, la "moda del inconsciente" surgida a la vera del psicoanálisis y la inmensa influencia de Richard Strauss. Además, Korngold –un niño prodigio que a los 11 años ya había compuesto un magnífico Trío, a quien Artur Schnabel le estrenó una Sonata copmuesta a los 13 y que escribió esta ópera a los 17– fue alumno de Zemlinsky. Hasta allí llegan los puntos en común. Los estilos de ambos no podrían ser más diferentes. Incidentalmente, ambos viajaron a los Estados Unidos con el advenimiento del nazismo. Zemlinsky vivió pobrísimo en Nueva York y Korngold fue una estrella de Hollywood, hasta el punto de ganar dos Oscars casi seguidos, por Anthony Adverse en 1936 y por The Adventures of Robin Hood en 1938. Lo interesante es que su estilo acabó siendo el de Hollywood en su conjunto. Su música suena siempre un poco a película pero es que, en rigor, todo el cine suena bastante a él. Y si no escuchen esta pequeña comparación entre la banda sonora que escribió para The Kings Row, en 1942, y la que su admirador (o tal vez más que eso) John Williams compuso para Star Wars, en 1977.

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